jueves, 21 de octubre de 2010

Mi opinion .

Mi opinión sobre este ejemplo de El conde Lucanor es acerca de las personas que son muy vanidosas y no se preocupan de su alrededor, prefieren el dinero que el verdadero amor ; pero toda persona vanidosa tiene un corazón podrido; por que nunca se han preocupado por lo que vale más que es el amor . No se critica a las personas que quieren superarse, se critica a aquellas que tratan de conseguir dinero de manera fácil.

creada por Natalia

Ejemplo XIV. Del milagro que hizo Santo Domingo cuando predicó sobre el usurero

Un día hablaba el conde Lucanor con Patronio de sus asuntos y le dijo:
-Patronio, algunos hombres me aconsejan que reúna el mayor tesoro que pudiera y que esto me conviene más que nada para cualquier cosa que me acontezca. Os ruego que me digáis lo que os parece sobre ello.
-Señor conde -dijo Patronio-, aunque a los grandes señores os conviene tener algún tesoro para muchas cosas y sobre todo para que no dejéis, por falta de haberes, de hacer lo que os conviniere, sin embargo no penséis que este tesoro debéis reunir de modo que pongáis tanto el afán de reunir gran tesoro que dejéis de hacer lo que debéis a vuestras gentes y para guarda de vuestra honra y de vuestro estado, porque, si lo hicieseis, os podría suceder lo que sucedió a un lombardo en Bolonia.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dijo Patronio-, en Bolonia había un lombardo que reunió muy gran tesoro y no miraba si era de buena procedencia o no, sino juntarlo de cualquier manera que pudiese. El lombardo enfermó de dolencia mortal, y un amigo que tenía, cuando lo vio a las puertas de la muerte, le aconsejó que se confesase con Santo Domingo, que estaba entonces en Bolonia. Y el lombardo quiso hacerlo.
»Cuando fueron por Santo Domingo, comprendió Santo Domingo que no era voluntad de Dios que aquel mal hombre no sufriese el castigo por el mal que había hecho y no quiso ir allá, mas mandó a un fraile que fuese allá. Cuando los hijos del lombardo supieron que había enviado por Santo Domingo, se preocuparon mucho temiendo que Santo Domingo haría que su padre diese lo que tenía por su alma y no quedaría nada para ellos. Cuando el fraile llegó, le dijeron que su padre sudaba, mas cuando conviniese que ellos enviarían por él.
»Al poco rato perdió el lombardo el habla y murió, de manera que no hizo nada de lo que había menester para su alma. Al otro día, cuando lo llevaron a enterrar, rogaron a Santo Domingo que predicase sobre aquel lombardo. Y Santo Domingo lo hizo. Cuando en la predicación tuvo que hablar de aquel hombre, dijo una máxima que dice el Evangelio, que dice así: `Ubi est thesaurus tuus ibi est cor tuum', que quiere decir: `Donde está tu tesoro, allí está tu corazón'. Cuando dijo esto, volvióse a las gentes y les dijo:
»-Amigos, para que veáis que la palabra del Evangelio es verdadera, haced buscar el corazón de este hombre y yo os digo que no lo hallaréis en su cuerpo, sino que lo hallarán en el arca en que tenía su tesoro.
»Entonces fueron a buscar su corazón en el cuerpo y no lo hallaron allí; lo encontraron en el arca como Santo Domingo dijo. Estaba lleno de gusanos y olía peor que ninguna cosa por mala y por podrida que fuese.
»Vos, señor conde Lucanor, aunque el tesoro, como antes os he dicho, es bueno, procurad dos cosas: una, que el tesoro que reuniereis sea de buena procedencia; otra, que no pongáis tanto el corazón en el tesoro que hagáis alguna cosa que no os convenga hacer; ni dejéis nada de vuestra honra, ni de lo que debéis hacer para reunir gran tesoro de buenas obras para que tengáis la gracia de Dios y buena fama de las gentes.
Al conde gustó mucho este consejo que Patronio le dio, hízolo así y se encontró por ello bien.
Pensando don Juan que este ejemplo era muy bueno, lo hizo escribir en este libro e hizo estos versos que dicen así:
Gana el tesoro verdadero
y guárdate del perecedero
por Natalia

miércoles, 20 de octubre de 2010

MI OPINION

MI OPINION ACERCA DE ESTE CUENTO ES QUE HAY PERSONAS QUE SOLO CRITICAN SIN SABER LAS RAZONES Y A VECES SE LLEVAN LA CONTRARIA NADA MAS POR QUE SI Y A PESAR DE QUE TRATEN DE PENSAR LO MISMO NO CONCUERDAN SUS IDEAS
ESTE TEXTO ESTA FIRMADO POR YOLANDA

lunes, 18 de octubre de 2010

EL CONDE DE LUCANOR

Cuento II

Lo que sucedió a un hombre bueno con su hijo


Otra vez, hablando el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, le dijo que estaba muy preocupado por algo que quería hacer, pues, si acaso lo hiciera, muchas personas encontrarían motivo para criticárselo; pero, si dejara de hacerlo, creía él mismo que también se lo podrían censurar con razón. Contó a Patronio de qué se trataba y le rogó que le aconsejase en este asunto.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, ciertamente sé que encontraréis a muchos que podrían aconsejaros mejor que yo y, como Dios os hizo de buen entendimiento, mi consejo no os hará mucha falta; pero, como me lo habéis pedido, os diré lo que pienso de este asunto. Señor Conde Lucanor -continuó Patronio-, me gustaría mucho que pensarais en la historia de lo que ocurrió a un hombre bueno con su hijo.
El conde le pidió que le contase lo que les había pasado, y así dijo Patronio:
-Señor, sucedió que un buen hombre tenía un hijo que, aunque de pocos años, era de muy fino entendimiento. Cada vez que el padre quería hacer alguna cosa, el hijo le señalaba todos sus inconvenientes y, como hay pocas cosas que no los tengan, de esta manera le impedía llevar acabo algunos proyectos que eran buenos para su hacienda. Vos, señor conde, habéis de saber que, cuanto más agudo entendimiento tienen los jóvenes, más inclinados están a confundirse en sus negocios, pues saben cómo comenzarlos, pero no saben cómo los han de terminar, y así se equivocan con gran daño para ellos, si no hay quien los guíe. Pues bien, aquel mozo, por la sutileza de entendimiento y, al mismo tiempo, por su poca experiencia, abrumaba a su padre en muchas cosas de las que hacía. Y cuando el padre hubo soportado largo tiempo este género de vida con su hijo, que le molestaba constantemente con sus observaciones, acordó actuar como os contaré para evitar más perjuicios a su hacienda, por las cosas que no podía hacer y, sobre todo, para aconsejar y mostrar a su hijo cómo debía obrar en futuras empresas.
»Este buen hombre y su hijo eran labradores y vivían cerca de una villa.   -38-   Un día de mercado dijo el padre que irían los dos allí para comprar algunas cosas que necesitaban, y acordaron llevar una bestia para traer la carga. Y camino del mercado, yendo los dos a pie y la bestia sin carga alguna, se encontraron con unos hombres que ya volvían. Cuando, después de los saludos habituales, se separaron unos de otros, los que volvían empezaron a decir entre ellos que no les parecían muy juiciosos ni el padre ni el hijo, pues los dos caminaban a pie mientras la bestia iba sin peso alguno. El buen hombre, al oírlo, preguntó a su hijo qué le parecía lo que habían dicho aquellos hombres, contestándole el hijo que era verdad, porque, al ir el animal sin carga, no era muy sensato que ellos dos fueran a pie. Entonces el padre mandó a su hijo que subiese en la cabalgadura.
»Así continuaron su camino hasta que se encontraron con otros hombres, los cuales, cuando se hubieron alejado un poco, empezaron a comentar la equivocación del padre, que, siendo anciano y viejo, iba a pie, mientras el mozo, que podría caminar sin fatigarse, iba a lomos del animal. De nuevo preguntó el buen hombre a su hijo qué pensaba sobre lo que habían dicho, y este le contestó que parecían tener razón. Entonces el padre mandó a su hijo bajar de la bestia y se acomodó él sobre el animal.
»Al poco rato se encontraron con otros que criticaron la dureza del padre, pues él, que estaba acostumbrado a los más duros trabajos, iba cabalgando, mientras que el joven, que aún no estaba acostumbrado a las fatigas, iba a pie. Entonces preguntó aquel buen hombre a su hijo qué le parecía lo que decían estos otros, replicándole el hijo que, en su opinión, decían la verdad. Inmediatamente el padre mandó a su hijo subir con él en la cabalgadura para que ninguno caminase a pie.
»Y yendo así los dos, se encontraron con otros hombres, que comenzaron a decir que la bestia que montaban era tan flaca y tan débil que apenas podía soportar su peso, y que estaba muy mal que los dos fueran montados en ella. El buen hombre preguntó otra vez a su hijo qué le parecía lo que habían dicho aquellos, contestándole el joven que, a su juicio, decían la verdad. Entonces el padre se dirigió al hijo con estas palabras:
»-Hijo mío, como recordarás, cuando salimos de nuestra casa, íbamos los dos a pie y la bestia sin carga, y tú decías que te parecía bien hacer así el camino. Pero después nos encontramos con unos hombres que nos dijeron que aquello no tenía sentido, y te mandé subir al animal, mientras que yo iba a pie. Y tú dijiste que eso sí estaba bien. Después encontramos otro grupo de personas, que dijeron que esto último no estaba bien, y por ello   -39-   te mandé bajar y yo subí, y tú también pensaste que esto era lo mejor. Como nos encontramos con otros que dijeron que aquello estaba mal, yo te mandé subir conmigo en la bestia, y a ti te pareció que era mejor ir los dos montados. Pero ahora estos últimos dicen que no está bien que los dos vayamos montados en esta única bestia, y a ti también te parece verdad lo que dicen. Y como todo ha sucedido así, quiero que me digas cómo podemos hacerlo para no ser criticados de las gentes: pues íbamos los dos a pie, y nos criticaron; luego también nos criticaron, cuando tú ibas a caballo y yo a pie; volvieron a censurarnos por ir yo a caballo y tú a pie, y ahora que vamos los dos montados también nos lo critican. He hecho todo esto para enseñarte cómo llevar en adelante tus asuntos, pues alguna de aquellas monturas teníamos que hacer y, habiendo hecho todas, siempre nos han criticado. Por eso debes estar seguro de que nunca harás algo que todos aprueben, pues si haces alguna cosa buena, los malos y quienes no saquen provecho de ella te criticarán; por el contrario, si es mala, los buenos, que aman el bien, no podrán aprobar ni dar por buena esa mala acción. Por eso, si quieres hacer lo mejor y más conveniente, haz lo que creas que más te beneficia y no dejes de hacerlo por temor al qué dirán, a menos que sea algo malo, pues es cierto que la mayoría de las veces la gente habla de las cosas a su antojo, sin pararse a pensar en lo más conveniente.
»Y a vos, Conde Lucanor, pues me pedís consejo para eso que deseáis hacer, temiendo que os critiquen por ello y que igualmente os critiquen si no lo hacéis, yo os recomiendo que, antes de comenzarlo, miréis el daño o provecho que os puede causar, que no os confiéis sólo a vuestro juicio y que no os dejéis engañar por la fuerza de vuestro deseo, sino que os dejéis aconsejar por quienes sean inteligentes, leales y capaces de guardar un secreto. Pero, si no encontráis tal consejero, no debéis precipitaros nunca en lo que hayáis de hacer y dejad que pasen al menos un día y una noche, si son cosas que pueden posponerse. Si seguís estas recomendaciones en todos vuestros asuntos y después los encontráis útiles y provechosos para vos, os aconsejo que nunca dejéis de hacerlos por miedo a las críticas de la gente.
El consejo de Patronio le pareció bueno al conde, que obró según él y le fue muy provechoso.
Y, cuando don Juan escuchó esta historia, la mandó poner en este libro e hizo estos versos que dicen así y que encierran toda la moraleja:
<>
Por críticas de gentes, mientras que no hagáis mal,
buscad vuestro provecho y no os dejéis llevar.
Esto esta firmado por Yolanda


lunes, 11 de octubre de 2010

OPINION SOBRE EL POEMA

                           MARIPOSA DE OTOÑO
               SE tRaTa De QuE uNNa mArIpOSa Es FElIz y REvOloTEA aRdientE  CoMo El SOL

UN POCO DE PABLO NERUDA

la mariposa , volotea, revolotea y desaparece
MARIPOSA DE OTOÑO
La mariposa volotea
y arde -con el sol- a veces.

Mancha volante y llamarada,
ahora se queda parada
sobre una hoja: que la mece.

Me decían: -No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.

Yo tampoco decía nada.
Y pasò el tiempo de las mieses.

Hoy una mano de congoja
llena de otoño el horizonte.
Y hasta de mi alma caen hojas.

Me decían: -No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.

Era la hora de las espigas.
El sol, ahora,
convalece.

Todo se va en la vida, amigos.
Se va o perece.

Se va la manò que te induce.
Se va o perece.

Se va la rosa que desates.
También la boca que te bese.

El agua, la sombra y el vaso.
Se va o perece.

Pasò la hora de las espigas.
El sol, ahora,
convalece.

Su lengua tibia me rodea.
También me dice: -Te parece.

La mariposa volotea,
revolotea,
y desaparece.